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sábado, agosto 13, 2005
  Crónica de una de mis primeras experiencias combinando trabajo corporal e inglés.
12/10/1998 Victoria Arregui, Texto presentado en el marco de la Formación Terciaria del Instituto de la Máscara.

Cuando Elina me comentó que venía una chica de Finlandia y que necesitaba una traductora, en seguida me acordé del congreso en el que había visto a una traductora/intérprete seguir a una participante y traducirle las consignas y comentarios durante una mascarada. Esa mujer tenía la habilidad de traducir del castellano a otro idioma y de poder hacerlo durante una actividad sin estorbar, sin violentar los códigos establecidos.
¿Otro idioma más?

Con Tarja mi trabajo fue distinto, las dos éramos participantes de las clases, con lo cual yo sistemáticamente rompía la regla de suspender el lenguaje verbal en ciertos momentos del trabajo corporal. Por otro lado, debía compenetrarme con lo que hacía como alumna, pero siempre estaba esa inquietud porque Tarja pudiese participar. Todo esto, además deseando no invadirla, ni taparla con palabras, no siempre eran necesarias. Ella no entendía castellano pero sí entendía muy bien el lenguaje corporal y estaba dispuesta a experimentar.

Hubo momentos donde tuve que resumir, recortar lo que se decía para poder transmitírselo con claridad a la velocidad en que los tiempos del trabajo requerían. Fue difícil. Yo sabía que la dejaba afuera de ciertas cosas y de mi criterio dependía que no fuesen las cosas importantes.

Algo similar sucedía en las rondas de cierre. Yo no podía traducir todo, las conversaciones eran muy rápidas y con frecuencia desordenadas. ¿Qué traducir, qué no? ¿Cuánto entendía ella sin necesidad de palabras?

Todo esto, por supuesto, no dependía exclusivamente de mí. Ella siempre tuvo una actitud muy abierta y muy activa. Yo quería respetar sus ganas y posibilidades, ayudando sólo cuando fuese necesario.

El momento más conmovedor fue en el Taller de Trabajo en Espacios Simultáneos. Tarja se había conectado, a través de la música, con el momento de la muerte de su madre. Al contarlo en la ronda final se puso a llorar. Yo debía traducir lo que ella decía, pero lo que decía no era claro. ¿Quién le cantaba a quién? ¿Antes de que su madre muriera, mientras estaba muriendo o cuando ya había muerto?

Quizás desde la emoción no importaba, quedaba clarísimo que Tarja estaba muy conmovida y desde la sensación era fácil acompañarla. Pero en el momento de explicar, de contar, de compartir desde el lenguaje verbal se me planteaban ciertas dudas.

¿Quién le cantaba a quién? El sujeto de la oración no quedaba claro y si yo debía traducir una oración en un idioma a una oración en otro idioma, necesitaba una estructura gramatical mínimamente clara. ¿Cuándo cantaba/cantaban/ le cantaban? Los tiempos verbales sí ayudan a ordenar la secuencia en el tiempo y esto facilita la transmisión y comprensión.

La gente en la ronda me miraba expectante, algunos incluso me pedían que tradujera antes de que Tarja hubiese terminado la primera oración. Pero por cómo es el cambio de orden de palabras entre el inglés y el castellano yo no podía traducir nada.

¿Qué debía hacer? ¿Preguntarle a Tarja si quería decir le canté o me cantó? ¿Canté, cantó o cantaba? ¿Morir, murió o moría? Su inglés en ese momento no era claro, traduje lo que creí entender. Me di cuenta de lo significativo que es conocer el idioma en el que está pensando el otro, aunque no sea el que usa para hablar. Eso me permite ordenar las ideas más allá de las
palabras que diga, puedo pensar con la misma estructura.

Creí que preguntarle sería tapar con palabras, o invadir, o agredir, o no se qué. Ahora me pregunto ¿hasta dónde? ¿Hasta dónde es invasión y hasta dónde es aclaración/transmisión/comunicación?

¿Hasta dónde es inevitable que siempre acorte al traducir? ¿Hasta dónde se mezclan mis emociones con las del otro? ¿Hasta dónde el lenguaje o código conocido por todos es de interpretación individual y personal?

¿Necesito estructura para comunicar? ¿La necesito para entender?

¿Lo que yo percibo del movimiento del otro y sus emociones, es lo que quiso transmitir? Esto es mucho más subjetivo que una cuestión de tiempos verbales, pero si le cambio el verbo, la idea/concepto/emoción, sigue siendo la misma?

¿Mi interpretación, sea de un gesto o de una palabra, es igual que la de mi compañero? ¿Puedo percibir sin interpretar?

Interpretar lo que el otro dice con sus códigos, aunque estos me incluyan o supuestamente nos manejemos con los mismos códigos ¿no podría ser considerado como una traducción? Una traducción a mis códigos, que determinan cómo entienda yo lo que percibo y también mi respuesta.

Así nuestra vida sería una gran traducción.

Me pregunto si hay algo de creación en la traducción y si sería posible hacer un paralelo entre la traducción y la coordinación de trabajo corporal.
 
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En nuestras vidas intentamos repetir aquellos eventos significativos que ya han sucedido en el futuro. A medida que envejecemos sentimos una creciente nostalgia por nuestras propias muertes, por las que ya hemos pasado. Igualmente, tenemos una creciente premonición de nuestros propios nacimientos que están a punto de suceder. En cualquier momento podemos nacer por primera vez”. (J.C. Ballard -“Noticias del sol”)

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